Feria del libro en necochea: 6 y 7 de Octubre. Mesa editorial

REtorno a parís

Los aliados de París, sembrando semillas de un futuro merecido para la obra. 

Nueva proyección

Del padre que no fue

Lic. Ruth Taiano


Centro de Salud Mental Ameghino

Claudio es hijo de un hombre que ha sido un escritor muy reconocido en su momento. Reconocido escritor, de esos que se nombran "escritor de culto"; pero en tanto padre…. Abandonó a su hijo cuando éste tenía 9 años, estando muchos años sin aparecer. Años en que Néstor, el padre, residió en Europa y en Estados Unidos.

 

            Cuando Néstor vuelve al país, Claudio es ya un hombre, y quiere retomar contacto  con su padre, quiere conocerlo, sin embargo este padre no muestra ningún interés en su hijo. Aun así, varios años más tarde es el hijo quien lo contacta, alentado por su propia hija, que quiere conocer al abuelo. El encuentro se produce, y se sostiene durante algún tiempo, siempre promovido por Claudio, ya que Néstor no muestra ningún interés en las cuestiones de su hijo ni de su nieta.

 

            Néstor, el escritor, fue mi paciente en esta institución durante algo más de 10 años. Llegó derivado luego de una breve internación en el Alvear. Diagnosticado como esquizofrénico, medicado como tal. Comenzó su tratamiento con una compañera médica, que luego de unos meses piensa que es mejor que ella continúe con el control de la medicación, pero que sea otro quien lo escuche.

 

            Escucha que se prolongó algo más de 10 años. Néstor acudía a la consulta siempre puntualmente, o mejor dicho, nada puntualmente, ya que se paseaba por los pasillos del hospital, mucho tiempo antes de su horario, fumando cigarrillos negros. La sesión, no duraba más de 15 minutos, como mucho, 20.  Era más lo que caminaba que lo que hablaba. No era algo que a él le molestara, el tiempo que había estado en el exterior, había desplegado algo que él llamaba “delirio ambulatorio”. Caminaba hasta quedarse extenuado, hasta destrozar el calzado. Caminar era algo que no podía dejar de hacer. Y, cuando muchas veces la policía del lugar donde estuviera lo recogía de la calle, sucio y con su calzado destrozado, evitaba las internaciones psiquiátricas negando que escuchara voces, aunque a veces las escuchaba.        En sesión no tenía mucho de qué hablar, ni mucho menos interés en seguir un tema que le venia del otro. Sus temas eran repetitivos, monocordes. La muerte y el sinsentido de la vida. Lo breve que le parecía ésta, acentuaba el sinsentido. Aún más desde que había dejado de escribir. “Se acabó la épica”, solía decir.  

 

            Alguna vez aparecía un pequeñísimo destello de interés. Era cuando alguien lo convocaba para hacerle un reportaje en alguna revista especializada del medio, o cuando sus seguidores más fieles hacían una reunión en la cual lo convocaban. Pero la pasaba bien sólo si el tema era su escritura. Ningún otro tema despertaba el más mínimo interés en él.

 

            Aun así, asistía a su sesión sin faltar, y las pocas veces que lo hizo, se ocupaba de hacerme llegar el mensaje de alguna manera. No quería perder su lugar.

 

            Fue por eso que cuando faltó un par de semanas sin dar ningún aviso, le pedí a la asistente social que se acercara a su domicilio a averiguar que pasaba. Vivía solo, su madre, había muerto pocos años antes, con su hijo y su hermano no se hablaba hacía mucho tiempo. La asistente social vuelve informándome que Néstor había fallecido, de un infarto en su domicilio, que los vecinos se habían dado cuenta cuando no lo vieron salir a llevar adelante sus rutinas.

 

             Unas semanas después Claudio, el hijo, aún mortificado por el abandono, el destrato, el desinterés y el desamor de su padre (que habían sido reales) se acerca a la institución y me pide una entrevista. Viene movido por su pregunta: por qué? Qué pasaba a este padre, que no sólo no ha mostrado ni el más mínimo interés en él, sino que además despreciaba lo que Claudio hacía? (Claudio, además de su trabajo, que le aseguraba la subsistencia, componía y hacía música. Había llevado a su padre en varias oportunidades para hacerle oír lo que tocaba, pero su padre no había mostrado interés, no podía siquiera simularlo un poco). Claudio se sentía así aplastado por la idea de que no era lo suficientemente bueno para que ese padre lo reconozca.

 

            Han pasado de esta entrevista ya diez años, y me decidí a escribir sobre ello, un poco motivada por el tema que convoca estas jornadas, pero también y fundamentalmente porque, de alguna manera u otra, en estos diez años algo de Néstor reaparece cada tanto, obviamente a través de Claudio.

 

            Primero, al poco tiempo de esa entrevista que tuve con Claudio, fue la invitación a la presentación de la reedición del primer libro de Néstor, reedición que Claudio había llevado adelante. La presentación fue en la Biblioteca Nacional, y hubo mucha gente. Luego fue un pedido de entrevista de otro escritor que estaba a su vez haciendo una investigación para escribir una biografía sobre Néstor. Más tarde, la invitación a la presentación de ese libro. Posteriormente otro llamado de alguien que proyecta hacer un documental sobre la vida y obra de Néstor. Cada uno de esos contactos fue propiciado por Claudio quien, según sus propias palabras, como resultado de la entrevista que tuvimos se propuso trabajar en la recuperación, difusión y cuidado de la obra de su padre.

 

            Luego, hace muy poco, un nuevo mail de Claudio, contando de un nuevo libro con escritos breves, inéditos de su padre, y  además la conformación de un emprendimiento editorial que se propone un modo de trabajo con los autores, diferente del estrictamente comercial, donde los mismos puedan participar del armado del libro, la selección de la presentación y distribución del mismo, y construir una  relación más personalizada con los lectores.

 

            Cuando me surge el interés de escribir sobre esto, me surge también la pregunta sobre de quién voy a escribir, sobre Néstor, o sobre Claudio? Sobre Claudio.

 

            Y porque escribir sobre Claudio, si el paciente fue Néstor? Pero Claudio, no es paciente? Qué define que alguien sea un paciente?

 

            Formalmente, acá en la institución, que tenga historia clínica, que concurra regularmente a las entrevistas o sesiones. Desde esos parámetros Claudio no ha sido paciente, sin embargo, cada vez que se ha acercado, no deja de mencionar lo importante que fue para él aquella entrevista y cómo, a partir de allí, se ubicó de otra manera respecto de ese padre. Pienso que es por eso que ante cada movimiento al respecto de ese tema, Claudio se acerca a comentarlo, a brindarme una copia del libro que edita. De cada uno de esos movimientos, funciono como testigo. Sólo de eso, ya que por otra parte no sé nada más acerca de la vida de Claudio.  Entonces, reformulo, no es algo de Néstor que aparece cada tanto, sino de Claudio. De Claudio que, sin historia clínica ni horario pautado, aparece trayendo los resultados de su elaboración de este duelo.

 

            Me pregunto de qué modo, las palabras de quien había sido la analista de su padre, funcionaron como litoral al goce y lograron producir en Claudio un efecto de corte. Corte que posibilitó el duelo tanto del padre como de una posición para dar lugar después a una nueva escritura. 

 

            Sabemos que la muerte sola, no basta para producir un duelo. Que si se  está de duelo, no es por cualquiera, sino por alguien que de quien se puede decir “yo era su falta”. Sin embargo, no podría decir que éste fue el caso entre Claudio y su padre. Este padre, sin ningún interés ni deseo por este hijo, no realizaba esta función. Claudio no ha sido causa de deseo de ese padre. Y eso lo padecía. Por lo tanto, el duelo de Claudio no es por el lugar que ocupaba en relación con la falta del Otro, con su deseo; sino más bien, en principio, un duelo previo. Ha deseado el deseo de este padre, cosa que no encontró.

 

            En ese sentido, podemos pensar que Claudio ha estado de duelo no por la pérdida de su padre, sino por el hijo que no fue, para el padre que no tuvo. Y ya no tendrá.

 

            Duelar al hijo que no fue, y el padre que no tuvo. La pérdida que da lugar a un duelo comporta un traumatismo y deja un agujero que pone en movimiento, dice Lacan, al aparato simbólico. En este caso se trata de un traumatismo redoblado. Lo traumático de ese no-padre para Claudio, se redoblaba ahora con el agujero en lo real que dejaba su desaparición. La muerte puede empujar al duelo, al acting, a la enfermedad, a la locura, a la pérdida de realidad, o al acto. La muerte de su padre lo empujó a la búsqueda de respuestas, que sabía que ya no podría recibir ni esperar de él.   

 

            Sabemos que el duelo tiene una función constitutiva en la estructuración del deseo. Para Claudio, haber perdido a ese padre que no fue, le dio lugar a constituir un objeto en  relación con su deseo.

 

            Freud designa como mecanismo fundamental del duelo, la identificación con el objeto, y Lacan avanza en esa teorización, planteando que esa identificación no se trata de la identificación con el rasgo significante, sino con el objeto de deseo del Otro. Es decir, uno se identifica con el objeto, en tanto que el Otro, deseado como deseante, desea ese objeto. Y el deseo es deseo de deseante en el Otro.

 

            Y por dónde anduvo el deseo de Néstor? Por su escritura, sólo su escritura despertaba su interés. Por eso no me extraña que la elaboración del duelo de Claudio circule por la escritura del padre

.

            Allouch, en su libro “Erótica del duelo en el tiempo de la muerte seca”, discute la idea freudiana de la sustitución del objeto perdido como culminación del duelo; y postula, en cambio  que “el duelo no es reemplazar al muerto; no es tanto una separación del muerto, como un cambio de relación con el muerto”. Si ese alguien que se ha ido, se llevó un trozo de mí, el duelo no estará realizado hasta el acto de cedérselo. Acto que pone fin al duelo, dirimiendo su pertenencia.

 

            La relación que no había podido tener con su padre, la tiene ahora con su obra, a la que antes no se había acercado. Sólo habiendo dado por perdido al padre que no tuvo, dejando que se lleve al hijo que no fue, puede ser éste ahora, apropiado de la obra.

 

                                                                                                               Ruth Taiano

 

Una obra que se empieza a reconocer

Jueves 20 Y domingo 23

Se acabó la épica (2015)

Guión y Dirección: Matilde Michanié

Sinopsis: Entre 1967 y 1973, en pleno auge del boom de la literatura latinoamericana, Néstor Sánchez publica cuatro novelas. Su originalidad es prometedora pero a la vez lo ubica en un sector marginal del mercado. Su vida y su carrera se alimentan una de la otra. El escritor viaja, se casa, escribe, traduce, edita. Va del dos por cuatro del arrabal a la danza esotérica y de la literatura a la experiencia mística. El intento de fundir la poesía con la prosa, que Sánchez denominará escritura poemática, lo convierte literariamente en un rebelde solitario, en un autor de la literatura argentina misterioso y único. Con una obra particular e inclasificable. Se acabó la épica es un recorrido fragmentario del camino de este buscador perpetuo.

TRAILER

Se acabó la época

Gracias a la gran convocatoria, el documental continúa desde el 12 al 18 de marzo a las 17hs en la sala del INCAA: Artecinema, en el barrio de Constitución, Salta 1620


La exaltación de la épica

Por Gonzalo Leon 22/02/2015

Célebre por haber pergeñado una leyenda a la altura de su obra, Néstor Sánchez es uno de los principales escritores argentinos de la segunda mitad del siglo XX. El estreno de un documental sobre sus viajes y sus anécdotas permite calibrar a un titán secreto de la literatura latinoamericana.

Gigante. La estampa de Néstor Sánchez, un autor imprescindible, aunque muchas veces olvidado. | Foto: Gentileza Flia Sanchez
Gigante. La estampa de Néstor Sánchez, un autor imprescindible, aunque muchas veces olvidado. | Foto: Gentileza Flia Sanchez

Néstor Sánchez publicó entre 1966 y 1973 varias novelas: Nosotros dos, Siberia blues, El amohor, los orsinis y la muerte y Cómico de la lengua. En esos años parecía vivir la vida y la literatura con intensidad. Pese a ser un escritor de culto, sus novelas fueron publicadas por editoriales grandes, como Sudamericana y Seix Barral, y algunas de éstas fueron traducidas al francés y publicadas por otra grande: Gallimard. Varios textos lo ubican como parte de ese contracanon surgido a partir de los 60, compuesto por Puig, Lamborghini, Copi, Aira, entre otros. No se puede desconocer la importancia de esa nueva literatura ni menos de la de Sánchez, que en los tres últimos años ha sido redescubierta, con la reedición de Nosotros dos, Siberia blues (en España y Argentina), la transposbiografía Sobre Sánchez, escrita por Osvaldo Baigorria, los cuentos de Solos de Remington y los ensayos de Ojo de rapiña. A todo eso ahora hay que sumar el próximo estreno del documental Se acabó la épica, de Matilde Michanié, que recrea el periplo europeo de este autor que patentó la escritura poemática, antes de perderse en Estados Unidos donde vivió como linyera.

 

¿Pero qué hace que después de más de cuarenta años la vida y la obra de Sánchez vuelvan a suscitar interés en el mundo cultural? Matilde Michanié, con más de diez documentales de trayectoria (Hitler en Paraguay y Chicos de la calle en Buenos Aires), dice que en su caso la decisión de hacer este documental estuvo motivada porque Sánchez en los 60 y 70 fue parte de la movida latinoamericana, no sólo en Argentina, sino también en Europa: “Julio Cortázar lo apuntala, Severo Sarduy lo considera uno de los grandes de la literatura latinoamericana”. Sin embargo, a Sánchez esto no le quitaba el sueño, porque “prioriza la recuperación de la palabra como un instrumento de conocimiento interior. En una época donde una gran cantidad de escritores se enrola en la militancia activa para modificar realidades externas, Sánchez inicia una revolución entrañas adentro”. Pese a vivir en Europa y recibir la ayuda de la agente del boom Carmen Balcells, Néstor Sánchez no fue parte del boom latinoamericano porque, según Michanié, al trabajar con la escritura poemática se convirtió “literariamente en un rebelde solitario, en un autor de la literatura argentina misterioso y único. Con una obra particular e inclasificable, inseparable de su vida misma”.

 

El documental de más de una hora de duración muestra a personajes importantes en la vida del escritor nacido en 1935 en Villa Pueyrredón: su hijo Claudio, su analista Ruth Taiano, el traductor francés Albert Bensoussan, el escritor Emilio Sánchez Ortiz, su hermano poeta Carlos, pero quizá uno de los mayores logros de esta película sea haber conseguido el testimonio de su tercera mujer, la peruana Teresa Wangeman, 12 años menor. Tanto Emilio como Carlos y Teresa son relevantes para contar y entender qué le pasó en Europa, cómo fue que terminó viviendo como linyera en Estados Unidos y por qué dejó de escribir.

 

Muchos culparon a la Escuela del Cuarto Camino de Gurdjieff, pero su tercera mujer pertenecía a esa escuela y no terminó como él. Sánchez conoció a Teresa después de su primer paso por Estados Unidos, en Venezuela; se enamoraron y al poco tiempo se fueron en barco a Europa, más específicamente a Roma, donde vivía el hermano de Néstor. Precisamente ahí, yendo al castillo donde Dante Alighieri escribió La divina comedia, tuvieron un accidente en auto muy grave. Teresa estaba embarazada. De Roma se van a Barcelona, donde Sánchez se desempeña como traductor en Seix Barral y donde también publica dos novelas. En 1972, “después de que muere la niña decidimos irnos”, cuenta emocionada Teresa en un plano americano. De Barcelona se van a París, donde Néstor recibe la ayuda de Cortázar y trabaja y publica en Gallimard Nosotros dos y Cómico de la lengua. También escribe la novela El arte de la fuga, que terminaba con la frase “no hay ninguna posibilidad de consuelo”, pero que lamentablemente destruye. En París con Cortázar se reunían solos y se reían, prosigue Teresa, quien en esa época, pese a que consideraba que “Néstor era una persona que valía la pena apostar por él”, ya se quejaba de lo mucho que bebía Sánchez. Producto de esto y de que nunca fue “una persona fácil”, lo abandona.

 

Todo en la vida de Néstor Sánchez es muy intenso. Para la directora de Se acabó la épica, Sánchez vivía con intensidad sus experiencias personales, “porque eran la materia prima de cada uno de sus libros. Las obsesiones que lo cercan van tomando cuerpo en su literatura. La brevedad de la vida, la inminencia de la propia muerte, la ignorancia del sentido profundo de la existencia ante la fugacidad de todo, el afán de perfección devorado por el tiempo, son interrogantes que se convierten en la sustancia primordial de su obra”.

Habían pasado seis años desde su llegada a Europa: había publicado y traducido libros, había perdido a una hija, su esposa lo había abandonado y había vivido en Roma, Barcelona y París. Es 1978, luego de encontrarlo en coma en la calle, las autoridades francesas le ordenan que se vaya del país y le dan plazo de un mes para hacerlo. En ese lapso llega a la casa del escritor español Emilio Sánchez Ortiz, quien desde un inicio observa que bebía demasiado, fumaba porros y de vez en cuando dibujaba pasos de tango. Descubre que Sánchez es un eximio bailarín. Pero el tango no impidió que se fuera “distanciando de todo el mundo, incluso de Cortázar”. En esa época había empezado a soñar, según cuenta Sánchez Ortiz, “con vivir en la indigencia para despojarse de todo”. Al cabo del mes ambos se despiden, pero antes Sánchez Ortiz consigue que un primo hospede a Néstor en Barcelona. Ese mismo año se le pierde la pista y quién sabe cómo llega a Estados Unidos.

 

Para Michanié, “la etapa de Sánchez en Estados Unidos está reflejada en parte en ‘El diario de Manhattan’, que es un capítulo de La condición efímera, el último libro que publica”. En su película se muestran imágenes de Manhattan con frases de aquel diario: “Conquisté un par de guantes de lana” o “en el futuro procuraré insistir hacia un centro de gravedad más duradero”, aunque hay una expresión que se repite: “Admitir lo inadmisible”. Quizá cuando estaba en Europa no pudo admitir eso. Una vez despojado de todo, lo pudo hacer. Para la directora, “lo que realmente Sánchez vio y vivió en Nueva York se lo llevó consigo”, o está fragmentaria y literariamente en ese diario.

 

Néstor Sánchez apareció en los radares de su hijo, que llevaba un tiempo buscándolo, en 1982. Cuatro años más tarde regresó a Buenos Aires. En 1993 inició una terapia con Ruth Taiano que duró hasta su muerte. Sánchez llegaba a la terapia muy temprano, se fumaba un cigarrillo negro mientras recorría las instalaciones. En una de esas sesiones le dice a Taiano que la única salida ética era el suicidio; sin embargo, muere de un infarto en la cama de su casa de Villa Pueyrredón.


Palabras de Milton Rodriguez

Caminar.

Los pasillos del hospital. Llegar una hora antes para caminar.

La voz de Lucero leyendo fragmentos del Diario de Manhattan; viene el recuerdo de Julio Cortázar, quien decía, en un disco, muchos años atrás, que: “como habíamos perdido la tradición oral  de la literatura…” bueno, la cuestión es que suena Sánchez, con la nieve, la nieve luego sucia, la nieve sobre el agua, las distintas imágenes amalgamando prosa y paisaje: no se entiende lo que digo?.

Se retoma la tradición de la palabra, precisamente, en el relato mencionado, como así también en “ Nosotros Dos “, “ Siberia Blues “, “ Siberia Blues “, “ El Amhor, Los Orsinis Y La Muerte “. “ La Condición Efímera “.


Si lo leemos en voz normal, a solas, también sentimos lo mismo. La música de Sánchez, las salidas; un enroque de circunstancias.

“ Jueves 4

 

Por la noche

 

A primeras horas de la tarde encontré una billetera junto al umbral de una frutería inmaculada del down town: trescientos setenta y pico de dólares, más un cheque con el que no intentaré”.

 

(“ La Condición Efímera “. Editorial Sudamericana, 1988).

El paisaje, las calles de París, una cámara mostrando la ciudad, el frente de algunos edificios.

Una película muy dirigida;  la cámara puesta en el lugar exacto: el rostro de su hijo, los brazos bajando hacia viejas ediciones, el testimonio de su ex­-pareja, Teresa Wangeman.

 

En “ Cómico De La Lengua “, ( Seix Barral/ Nueva Narrativa Hispánica, primera edición, 1973), hay un listado de libros: entre ellos, el Astavakra Gîtâ ). Conocedor del budismo ( “ nunca jamás el fruto de la acción “, página 44 de “ La Condición Efímera”). “ Y si un imbécil se ríe es porque es el Tao “, página 43, ídem

“ arquería zen como mejor ejemplo”, (página 52, ídem ). Siempre, la búsqueda. Ya   antes de Gurdieff.

Después de mucho tiempo, andar por el mundo, los avatares, vuelve a nuestro país.

Desprendido.

El desapego.

 Gurdieff decía: “ Acepta que nada es tuyo “.

Néstor produce, con su escritura, un estremecimiento tan fuerte, es tan impresionante la materia que trabaja, que hay momentos, en que se hace difícil seguirlo; hay que leerlo, releerlo.  Lógicamente, se produce una conmoción. Emilio Sánchez Ortiz, agarrando una de sus novelas, dice: “ Aquí tienes para un año “.

En la película, su hermano Carlos, a propósito de la novela de Néstor que no publicaría jamás, lee el párrafo final: “ No existe consuelo “ ( perdonen si no lo transcribo textualmente ). Mi memoria falla, justo en ésta última palabra.

“ La ética indica que debería suicidarme; no lo voy a hacer “.

Más bien, se dejó morir.